El pasado 13 de abril del 2024 se celebró en Valdepares el XVIII ENCUENTRO DE ASOCIACIONES DEL NOROCCIDENTE, ya recogido dentro del proyecto ‘ESCUELA DEL SABER COMÚN; POR UN RURAL VIVO Y LA CUSTODIA DEL TERRITORIO’
El tema central elegido para esta jornada ha sido LA ESCUELA QUE HACE PUEBLO, haciendo mención a la Escuela rural y por qué es importante su cuidado y protección.
A continuación, se exponen las conclusiones:
La ESCUELA QUE HACE PUEBLO, título de este Encuentro, es sin duda un buen resumen de las reflexiones que se produjeron a lo largo de esta jornada de convivencia de asociaciones y personas implicadas en la defensa de nuestro medio rural.
Podríamos destacar las características de esa escuela que hace pueblo, que promueve el arraigo del alumnado, mira con admiración a su territorio, lo cuida y lo fortalece; en contraposición a esa escuela más orientada al medio y a la cultura urbanas, aunque su emplazamiento sea rural.
Sería importante, además, dejar constancia de la necesidad de defender, desde el territorio (asociaciones, personas particulares, instituciones públicas), esta escuela en la que creemos como espacio para afrontar los desafíos de la crisis eco-social en la que nos encontramos. Todo ello valorando las características propias de la escuela rural: la metodología multinivel, la proximidad con la comunidad, la conexión con la naturaleza...
“Es importante partir de una comprensión sistémica de lo que define lo rural, ya que esa comprensión también afectará a la escuela rural. Lo rural se define por criterios que podrían incluir lo espacial (el emplazamiento), lo ocupacional (las actividades y dedicaciones) y lo cultural (los usos y costumbres, cómo se habita el territorio); dejarnos llevar solo por uno de ellos nos llevaría a simples que no nos permitirían entender el constructo que trabajamos” (Severino Vior Fernández).
Entendemos que la escuela rural que suma no es solo la que se emplaza en el medio rural, sino la que proyecta actividades relacionadas con su entorno: naturaleza y comunidad (incluyendo el contexto próximo en el currículum y utilizándolo como motor para adquirir conocimientos y habilidades). Una escuela y una cultura escolar vinculadas a la cultura propia del medio que habita, que mantiene la proximidad en sus relaciones con la comunidad, el intercambio continuo de saberes, así como la flexibilidad, la diversificación de recursos y sus oportunidades para la organización de clases y agrupamientos.
Los resultados académicos en las escuelas de ámbito rural, a pesar de lo que en muchas ocasiones se difunde o forma parte del imaginario colectivo, son excepcionales, mejores que en los centros educativos de los colegios urbanos, si atendemos a los datos del informe Pisa y los desagregamos por niveles rural/urbano, teniendo en cuenta la similitud de condiciones socioeconómicas del alumnado. Estos datos son importantes de cara a romper determinados estigmas que orbitan alrededor de nuestras escuelas rurales.
Es importante conocer en detalle la normativa para poder asentar en ella nuestras reivindicaciones. La LOMLOE (2020) plantea una serie de consideraciones especiales a la ESCUELA RURAL, que quedan recogidas en su artículo 82: hace referencia a escuela rural como un elemento de primer nivel y pilar fundamental en la lucha contra la despoblación, así como recoge un carácter específico, criterios de diferenciación en cuanto a ratios, plantillas docentes, especialidades, organización de clases y agrupamientos. Por otra parte, hace referencia a la necesaria formación específica del profesorado de la Escuela Rural y adopta un compromiso con los objetivos educativos planteados por la Unión Europea y la UNESCO, con una apuesta firme por conceder mayor apoyo a la escuela rural.
La escuela rural se debe de proteger, no sólo con relación a la lucha contra el despoblamiento, sino por su propio valor: por lo que la escuela rural supone de aporte a la educación. En este sentido hablaríamos no sólo de mantenerla, sino de cuidarla y protegerla; ya que la escuela rural tiene las características idóneas (baja ratio, buenos niveles de convivencia, aulas internivelares...) para avanzar en metodologías de aprendizaje que permitan la individualización y la personalización, la mejora de las posibilidades de inclusión, la investigación sobre el impacto de la educación en temas tan importantes como la salud mental infanto-juvenil o en la importancia de la implicación de las familias en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
La escuela rural es un entorno con mucho conocimiento que ofrecer en el ámbito de la educación, no deberíamos despreciar este valor intrínseco de la misma.
Algunas dinámicas de las escuelas rurales están suponiendo, como lo demuestran los datos de matrícula, un foco de atracción de nueva población a zonas rurales. Lo que atrae a estas familias más allá del lugar en el que viven, son las metodologías respetuosas con los propios procesos de desarrollo del alumnado, la cercanía entre el profesorado y las familias, las posibilidades reales de participar en la comunidad educativa, los contenidos educativos más próximos a lo que la sociedad necesita para su sostenibilidad (ecologismo o valores de convivencia, tan enraizados en la cultura campesina), existencia de metodologías innovadoras ya muy contrastadas en su implementación (en las escuelas rurales el DUA o el trabajo por proyectos, hace mucho que se viene probando).
La acción de las asociaciones, especialmente de las asociaciones de madres y padres, pero sin duda alguna con el apoyo del resto del movimiento asociativo de cada pueblo o comarca, son un factor clave en la defensa de la dignidad de la escuela rural, y también de su mantenimiento, que sigue estando bajo la amenaza de una mirada economicista, incluso cuando los procesos de concentración de los años 80 terminaron elevando el gasto global al aumentar los servicios de transporte o comedor. Una mirada que desprecia el valor intrínseco de la propia escuela rural. Para que las asociaciones podamos hacer una buena defensa de la escuela rural, es importante que sigamos fortaleciendo nuestros argumentarios con datos y evidencias, con conocimiento exhaustivo de la legislación que nos afecta y buscando el apoyo de los agentes institucionales locales. Es más fácil que las familias podemos actuar como diques de contención contra el olvido y abandono de la escuela rural, en forma de recortes entre otros, falta de profesorado, interinidad permanente... si realmente estamos implicadas en el funcionamiento de las escuelas a las que asisten nuestros hijos e hijas, promoviendo transparencia y gobernanza horizontal y abierta. Y cuestionando la barrera actitudinal y de procedimientos, que tantos centros educativos se empeñan en levantar cada día.
Sin duda alguna la unión y confianza de la comunidad educativa son el mejor indicador para una defensa de la escuela rural que no solo la mantenga, sino, como decíamos antes, la cuide y la proteja.
La defensa de la escuela rural no es un problema de los territorios rurales, es un problema de la sociedad que debería de comprometerse, con una mejor vertebración de los recursos existentes.
Para finalizar, algunas cuestiones clave a la hora de defender esta escuela rural que hace pueblo son:
- Establecer una formación específica del profesorado de la Escuela rural y promover las prácticas educativas en colegios rurales en formato ERASMUS RURAL.
- Reducir la tasa de interinidad, promoviendo la estabilidad de las plantillas, y reducir las excesivas medias jornadas.
- Establecer criterios curriculares más adaptados a la identidad rural.
- Dar más apoyo a los proyectos de innovación educativa que se generan en los centros educativos de ámbito rural.
- Establecer criterios de apoyo al profesorado en puestos considerados de difícil desempeño.
- Materializar todo lo contemplado en el artículo 82 de la LOMLOE.
- Promover una red de centros rurales que permitan aunar esfuerzos.
- Crear una lista de centros rurales de especial protección, en función de sus dinámicas demográficas.
- Exigir una acción contundente del Observatorio de la Escuela Rural.
- Incluir nuestros concejos en las categorías de Crisis demográfica y/o Riesgo de despoblamiento, recogidos en el Proyecto de ley de reto demográfico impulsada por el Gobierno del Principado de Asturias, con apoyos concretos en materia de servicios públicos como sanidad o educación.